Una sopa reconfortante, cremosa y llena de sabor. Combinamos arvejas, espinaca y un toque de jengibre para lograr un plato liviano y nutritivo, ideal para cualquier estación.
Ingredientes:
● 2 tazas de arvejas secas
● 1 atado de espinaca (o ½ de acelga)
● Albahaca fresca a gusto
● 2 cebollas de verdeo
● 1 ramita de apio
● 2 dientes de ajo
● 1 papa grande o 2 chiquitas
● Sal y pimienta como te guste
● 1 cucharadita de jengibre fresco rallado
● 2 cucharadas de aceite neutro (girasol, maíz, el que tengas)
Procedimiento:
- Poné a remojar las arvejas. Es clave que las dejes en agua unas 8 horas. Después las
colás y reservás (no las cocines todavía, dejatelas a mano). - En una olla preferiblemente grandecita, poné a calentar el aceite y rehogar por un par
de minutos el jengibre rallado, los ajos picados y el apio en trocitos hasta que larguen
todo su aroma. - Sumá la espinaca bien lavada (o la acelga), salpimentá como más te guste y revolvé.
- Luego agregá las cebollas de verdeo cortadas en rodajitas finas y la papa en cubitos
para que le de toda la cremosidad. Dejá que se cocinen por unos 3 a 5 minutos para
que tomen temperatura y empiecen a ablandarse. - Ahora sí: sumá las arvejas remojadas, cubrí todo con agua (apenas por encima de los
ingredientes) y dejá cocinar a fuego medio-bajo hasta que las papas y las arvejas estén
bien tiernas. - Por último, apagá el fuego, esperá que baje un poquito la temperatura y licuá o mixeá
hasta que te quede cremosa. Si te quedó muy espesa, agregá un chorrito de agua o
caldo. Probá para ver cómo quedó y si sentís que le hace falta sal o algún otro
condimento se lo agregás.
Esta sopa la podés congelar por hasta 3 meses y, cuando la vayas a servir, le agregas la
albahaca fresca encima y queda gourmet.